Joyas (de plata) con fósiles

Reconozco que hay materiales que son un reto. Unos, por su colorido. Otros por su forma y composición. Y la verdad, cada vez que se presenta la oportunidad de hacer una joya de diseño personalizado con ellos, siento el gusanillo del reto y la necesidad de crear. Uno de estos materiales son los fósiles.

Los fósiles en la joyería

Los fósiles son restos de seres vivos (plantas incluidas) que, en contacto con otras materias orgánicas, se han conservado en ellas con su forma y detalles generando unas piedras de singular belleza.

En el cine, los fósiles más famosos son los que sirvieron de base para crear Jurasic Park.

La utilización de los fósiles como adornos y amuletos de los dioses viene desde antiguo. Los entendemos como una expresión de las deidades, de los espíritus que nos protegen (básicamente, de aquello que no conocemos o comprendemos y le damos esta denominación).

Estas joyas exclusivas eran realizadas por los artesanos, quienes antaño tenían gran consideración en las sociedades.

Utilizaban los fósiles tanto para diseños simples como para complicadas y ceremoniales joyas. En ocasiones, el protagonismo recaía en el metal base; en otras, en el mismo fósil.

En mi caso, intento siempre plantear el diseño de la joya tomando como referencia el fósil, ya que esta es la pieza “fija” o no moldeable.

Fósiles que se emplean en la fabricación y diseño de joyas en plata
La naturaleza nos ofrece una gran cantidad de fósiles espectaculares: almejas, insectos, resinas, algas… y lo mejor de todo es que todas ellas son válidas como complementos para las joyas en plata personalizadas y únicas.

De hecho, cada vez son más los artesanos que optan por los fósiles como el ámbar, el azabache o los estromatolitos. Pero, ¿realmente sabes lo que llevas?

  • Cuando tienes una joya con ámbar, esta es resina fosilizada
  • Los azabaches, lignito
  • El estromatolito, algas fosilizadas

Hoy os voy a hablar de un par de fósiles que he trabajado y con los que me siento más identificada.

El azabache

Cuando hablamos de azabache nos referimos a carbón fosilizado. Aquí, en España, es bastante común encontrarse con azabache para las joyas, especialmente en la zona de Asturias y Galicia, si bien en los últimos años, con el cierre de las minas, el abastecimiento está en riesgo.

Nota curiosa: precisamente en Las Caldas, en Oviedo, se ha encontrado la joya más antigua con azabache: un colgante.

Antaño, los peregrinos utilizaban el azabache como un amuleto para conmemorar su travesía hacia Santiago de Compostela.

Es muy característico por su intenso negro. Tiene una estructura muy compacta, pero resulta suave al tacto. Eso sí, cuando se trabaja con él hay que tener muchísimo cuidado y tratarlo con mimo ya que es una pieza frágil.

Normalmente, requiere ser pulido para conseguir un acabado suave y levemente brillante.

¿Sabías que el azabache es un nombre de origen árabe?

El ámbar

El ámbar, por su parte, y a diferencia del azabache, es una resina vegetal que ha fosilizado. De nuevo, su nombre nos ha llegado del árabe (lo que flota en el mar).

Tiene un color muy característico también, entre marrón claro y gris verdoso. A día de hoy se la considera como una piedra semipreciosa y es muy valorada por los artesanos de joyas.

Dado que en su formación atrapa y conserva todo lo que encuentra a su paso, no es extraño encontrar ámbar con restos de animales (insectos, mayoritariamente) o plantas conservados en su interior.

Su mayor atractivo es su colorido. A diferencia del azabache, el ámbar se presenta en multitud de tonalidades, lo que nos ofrece un gran juego para los diseños de las joyas: desde los anaranjados y melosos más habituales, a los blancos o musgos, que son menos frecuentes y más ansiados.

¿Te gustaría tener una joya con ámbar o azabache? ¡Llámame y le damos formas!

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