Entre mar y montaña
Así podemos decir que se ha pasado el verano. Y es que sin apenas darnos cuenta ya estamos en septiembre. Y con él, llegará el otoño. Y será tiempo de desempolvar las sudaderas para abrigarnos, si es que el frío hace acto de presencia.
Joyas… de montaña…
La montaña es mi particular Arcadia. Aquí soy feliz creando y diseñando. También dejando la mente en blanco para dejar fluir el momento.
Aunque no siempre se la disfruta todo lo que desearía, se ha convertido en un refugio lleno de creatividad.
Estas amoladeras de jabalí hechas pulsera me acompañaron a la Feria de Palencia y causaron gran sensación.
Algunos ya me conocían por las redes sociales, lo que me hizo especial ilusión. Porque allí publico mis avances y resultados, y también las imágenes que compartís conmigo.
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Otras joyas se han quedado en el taller. La mayoría, joyas personalizadas con un diseño especial, que aguardan para ser ejecutadas, y alguna ya va camino de su destino.
Por cierto, el taller se encuentra, efectivamente, en mi montaña particular.
Esta variación en oro del anillo de la colección Rocosa ha sido uno de las joyas personalizadas de las que me siento especialmente orgullosa. Ya os he explicado en otras ocasiones, que el trabajo del oro y la plata es muy distinto.
Cada uno implica una forma de moldear, calentar, pulir y rematar. Si el resultado en plata desde el primer momento me conquistó, este lo ha igualado, sin ninguna duda.
¿Y qué me decís de esta joya? Cada detalle es una fuente de amor hacia ella. Desde su rugosidad natural, a la pieza tentadora superior o el gusanillo que intenta acceder a ella.
¿No te entra a ti el gusanillo de tenerla? Porque a mí, desde luego, la tentación me supera.
El mar… de joyas
Tiene ese no sé qué, qué se yo que consigue que vuelva a él cada cierto tiempo. ¿Una segunda vía de escape? ¿Por qué no? Es hermoso. E inspirador.
Directos de allí han llegado mis joyas más acuáticas.
Como este pulpo de plata que aún no ha atacado, porque sobre la piedra que los sostiene se siente seguro.
¡No sabéis lo divertido y tenso que fue hacer cada uno de los botones de los tentáculos!
Me encanta, ¿a vosotros no?
Creo que es dinámico, así en esa postura que parece en movimiento, como si estuviera plácidamente nadando en las aguas del mar. Que también son transparentes, pero solo hasta cierta profundidad.
¡Cuidado! Que llega el pez Bico (bico, en gallego, es beso)
Le llamo así cariñosamente por el remate de la boca. ¿No os recuerda a la forma de los labios al besar?
No sabemos qué tan bien besa. Pero de lo que estoy segura es de que nadar, sí que nada. ¡Tiene buenas aletas!
Otra cosa que os puedo asegurar de esta joya de animales en plata es que ha hecho muy feliz a su nueva dueña. Y a mí, por saberlo.
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¿Quizás te has enamorado de este caballito de mar plateado? Yo sí. Aunque casi podría decir mini caballito de mar o baby caballito.
¿Sabes? Siempre me he imaginado que los caballitos de mar eran dragones en miniatura que habían hecho del mar su nuevo hogar.
Lo sé, los biólogos me podéis corregir, pero su forma se parece, y mucho, a la de los dragones que siempre nos han pintado en las películas y/o que nos hemos imaginado en los libros de fantasía.